Transformar el enojo: de la reacción al aprendizaje
- Diego Lerner

- hace 17 minutos
- 2 Min. de lectura
El enojo suele aparecer cuando algo o alguien se interpone entre nosotros y nuestros deseos. Desde la mirada del Coaching Ontológico, es una sobrecarga de energía que emerge ante la frustración o la repetición de un obstáculo. Sin embargo, muchas personas terminan convirtiendo el enojo en un estado de ánimo constante, una forma de estar en el mundo que erosiona el bienestar y las relaciones.

Como toda emoción, el enojo no es bueno ni malo. Es una señal interna que nos invita a mirar qué está pasando: ¿qué valor sentimos vulnerado?, ¿qué límite fue cruzado?, ¿qué necesidad no fue escuchada?Julio Olalla lo resume con claridad: “Una emoción es un intento del alma.” Escuchar el enojo es escuchar ese intento.
Del enojo reactivo al enojo productivo+

El problema no es sentir enojo, sino cómo lo gestionamos. Guardarlo nos intoxica; dejarlo explotar sin filtro hiere a los demás. La clave está en transformarlo en energía útil, como el petróleo que, al ser refinado, puede mover el mundo.Esa energía, bien dirigida, nos permite:
Hacer pedidos con claridad.
Establecer o revisar compromisos.
Poner límites sanos.
Reflexionar sobre la importancia real de lo ocurrido.
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Respirar antes de reaccionar
Una práctica sencilla puede marcar la diferencia: detenerse, cerrar los ojos, respirar profundamente y visualizar cómo el enojo —ese humo negro que se acumula dentro— se disipa con cada exhalación. Esta pausa consciente nos recuerda que nadie puede hacernos enojar si no se lo permitimos. Recuperar el control emocional no significa reprimir, sino elegir cómo actuar desde la serenidad.
Cuando el enojo enseña
En lugar de negarlo o justificarlo, podemos preguntarle al enojo qué nos quiere mostrar.
A veces indica que necesitamos cuidarnos mejor. Otras, que hemos permitido algo que nos duele. Y en muchos casos, señala un cambio que queremos hacer pero aún no nos animamos.
El enojo también puede funcionar como una alerta emocional ante la injusticia o la falta de coherencia, tanto en uno mismo como en los demás. Cuando logramos escucharlo con madurez, se convierte en una fuerza que impulsa la acción ética, la reparación o la búsqueda de equilibrio.
Trabajar el enojo no significa eliminarlo, sino reeducarlo. Aprender a reconocer su mensaje y canalizar su potencia. En ese proceso, se integra el cuerpo, la emoción y la razón: respiración consciente, reflexión, y elección de conducta.
El mensaje detrás del enojo
Cuando surge, el enojo trae una información valiosa. Puede estar diciendo que necesitás cuidarte, que algo fue injusto o que querés cambiar algo que aún no lográs.
La pregunta clave es:¿Qué tiene tu enojo para decirte?
Responderla requiere coraje y honestidad, pero es el primer paso para dejar de reaccionar y empezar a responder desde la conciencia.











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