Escucha activa: la clave para una comunicación consciente y transformadora
- Diego Lerner

- 12 oct
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 14 oct
En un mundo lleno de ruidos, distracciones y conversaciones superficiales, pocas habilidades resultan tan valiosas como la escucha activa. No se trata solo de oír, sino de estar plenamente presente para comprender lo que la otra persona dice y también lo que no dice.
Oír no es escuchar
Quiero centrarme en esta afirmación: oír es involuntario, escuchar es un acto deliberado. Mientras oír implica recibir sonidos, escuchar supone interpretarlos, darles sentido y reconocer emociones, intenciones y contextos.

Los distintos niveles de escucha
Desde el coaching ontológico se distinguen diferentes formas de escucha, cada una con implicancias en la calidad de los vínculos:
Escucha previa: aparece cuando los prejuicios o ideas preconcebidas distorsionan la interpretación. Si ambos interlocutores escuchan desde aquí, no hay lugar para el aprendizaje.
Escucha recreativa: se centra en indagar con curiosidad, sin dar consejos, buscando comprender la vivencia del otro.
Escucha comprometida: combina la recreativa con una presencia plena, formulando preguntas abiertas y generando un espacio de libertad para el diálogo.

La escucha activa en coaching
La International Coaching Federation (ICF) define esta competencia como la capacidad de enfocarse completamente en lo que dice y no dice el cliente, ayudándolo a expresarse y a descubrir nuevas posibilidades. Implica silenciar la voz interna del coach, prestar atención al lenguaje verbal y corporal, y reflejar lo esencial de lo que trae el coachee.
El poder de la doble escucha
La doble escucha consiste en atender no solo a lo que dice la otra persona, sino también a cómo y desde dónde estamos escuchando nosotros mismos. Esta práctica multiplica el impacto de la comunicación, porque permite detectar tanto lo que el otro expresa como aquello que subyace en su discurso.
Un camino de práctica y conciencia
Escuchar activamente no es sencillo: requiere entrenamiento, autoconciencia y apertura. Sin embargo, los beneficios son enormes: fortalece vínculos, genera confianza y abre espacios de aprendizaje y transformación.
Como resume Elena Espinal: “La escucha genera el contexto para que ocurran cosas en la sesión”. Y esto es válido no solo en el coaching, sino en la vida cotidiana, donde cada conversación puede convertirse en una oportunidad de conexión auténtica.











Muy buena nota