Cuando hablamos de aprendizaje en el contexto del Coaching Ontológico, nos referimos a algo que va más allá de adquirir conocimientos técnicos o académicos. Es un proceso que también implica un viaje interior, explorando nuestra historia personal, cultural y emocional.
Este tipo de aprendizaje transforma nuestra forma de ser, ya que nos permite comprender cómo nuestras emociones, relatos y obstáculos configuran nuestra realidad.
El aprendizaje tradicional, por su parte, tiende a enfocarse en lo que se puede medir y probar: teorías, datos concretos y conocimientos tangibles.
Pero, ¿qué sucede con el mundo interior, ese espacio donde residen nuestras emociones y nuestra esencia?
El mundo interior, aunque intangible, tiene un impacto profundo en cómo vivimos y nos relacionamos con los demás. Sin embargo, suele quedar relegado, ya que no es algo que pueda medirse con precisión. El Coaching Ontológico nos invita a reconectar estos dos mundos y a re-aprender a relacionarnos; el mundo interno y el externo
Re-aprendiendo a relacionarnos
La humanidad enfrenta un desafío: aprender nuevas formas de entender nuestras emociones y nuestro lenguaje. Vivimos inmersos en mundos relacionales donde nuestras emociones juegan un papel clave. Algunas nos acercan a los demás; otras nos alejan. Para construir vínculos más poderosos, necesitamos primero reconocer nuestras propias emociones, explorarlas y aprender a gestionarlas. Solo así podremos movernos con asertividad dentro de los territorios emocionales compartidos con los demás.
El aprendizaje transformacional que propone el Coaching Ontológico implica un cambio profundo en nuestra manera de observar el mundo. Nos lleva a explorar quiénes somos hoy, imaginar quiénes queremos ser mañana y trabajar para cerrar esa brecha entre ambas realidades.
Aprender es transitar la incertidumbre
Aprender no es solo acumular información; es también abrirse a lo desconocido. La incertidumbre, aunque a veces desconcertante, es un trampolín hacia nuevos pensamientos y descubrimientos. Aprender implica desaprender lo que ya no nos sirve, soltar creencias limitantes y abrazar nuevas perspectivas que nos impulsen hacia adelante.
El universo del conocimiento: nuestro “puntito”
Metafóricamente, el conocimiento que poseemos representa un “puntito” dentro del vasto universo del saber. Este concepto nos invita a reconocer cuán limitado es lo que sabemos frente a todo lo que podríamos aprender. Cada interacción con otras personas es una oportunidad para expandir nuestro “puntito”, siempre que estemos dispuestos a escuchar, aprender y reciclar nuestra “caja de creencias”.
Declarar “No lo sé”: la llave del aprendiz
Uno de los actos más poderosos en el proceso de aprendizaje es declarar “No lo sé”. Esta declaración no solo nos conecta con la humildad, sino que también abre la puerta a nuevas posibilidades. Reconocer nuestras limitaciones nos permite aprender de los demás, admirar sus habilidades y recibir sus enseñanzas. Curiosamente, al aceptar nuestra ignorancia, nos hacemos más confiables y humanos ante los ojos de los demás.
Los enemigos del aprendizaje
El camino del aprendizaje no está exento de obstáculos. Muchas veces, nuestros propios hábitos y creencias limitantes se convierten en los principales enemigos del aprendizaje.
Algunos ejemplos comunes incluyen:
“¡Ya lo sé!”: Dificultad para escuchar nuevas perspectivas.
“Yo soy así”: Resistencia al cambio.
“Quiero aprenderlo todo ya”: Falta de paciencia para disfrutar el proceso.
“Siempre se hizo así”: Reticencia a innovar.
Superar estos enemigos requiere una actitud de apertura y una reflexión constante sobre el “para qué” de nuestras resistencias. Solo así podremos convertirnos en protagonistas de nuestra transformación.
¿Y vos? ¿Cómo estás aprendiendo?
Te invitamos a reflexionar:
¿Cuándo fue la última vez que reconociste que no sabías algo?
¿Estás dando autoridad a maestros o mentores en tu vida?
¿Cuánto hace que no te reís de tus propios errores?
El aprendizaje es un viaje continuo. Abrí tu mente, reconocé tus limitaciones y seguí explorando ese universo infinito de posibilidades que te espera. Como dijo Mahatma Gandhi: “Sé vos mismo el cambio que querés ver en el mundo”.
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