¿Acumular información o aprender a vivir? El poder del aprendizaje ontológico
- Diego Lerner

- 17 sept
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 18 sept
“Aprender con todo el ser: el valor del aprendizaje ontológico
Vivimos en una época en la que sabemos cada vez más… pero ¿realmente aprendemos a vivir mejor? Corremos detrás de títulos, cursos, métricas y logros, mientras muchas personas sienten vacío, ansiedad o frustración. Nos enseñaron que “ser alguien en la vida” era estudiar, trabajar y producir. Pero en el camino, perdimos de vista algo esencial: la alegría de aprender y el contacto con nuestro mundo interior.

El desbalance del saber
La educación tradicional puso casi toda la atención en lo externo: datos, fórmulas, técnicas, resultados. Aprendemos de memoria la composición de una flor, pero olvidamos disfrutar su aroma. Mientras tanto, lo interior —emociones, valores, propósito— quedó relegado. Y así, llegamos a un modelo educativo que forma para rendir exámenes, pero no necesariamente para vivir mejor.
Aprender con todo el ser
Desde el coaching ontológico surge una propuesta diferente: integrar cuerpo, emociones y pensamiento en el proceso de aprendizaje. No aprendemos solo leyendo o escuchando teoría. Aprendemos cuando nos animamos a vivir la experiencia: sentir la frustración del error, la alegría del acierto, el nerviosismo en el cuerpo y la calma que llega cuando comprendemos.
Un ejemplo simple: leer el mejor manual de ciclismo no garantiza que sepas andar en bicicleta. Solo cuando te subís, pedaleás, te caés, volvés a intentarlo y sentís en el cuerpo ese proceso, aparece el aprendizaje real.

Lo que la educación olvidó
En muchos sistemas, estudiar se volvió sinónimo de miedo: miedo a la nota, a fallar, a lo que dirán. Pero aprender debería ser un acto de entusiasmo, curiosidad y alegría. Dejar de ver la educación como un filtro que te mide, y transformarla en un espacio para explorar quién sos y cómo podés crecer.
Una invitación
El aprendizaje ontológico no niega lo externo —la ciencia, la técnica, los logros—, sino que propone sumar el mundo interno: emociones, historia personal, propósito. Solo así logramos un aprendizaje integral, que no acumula información sino que transforma.
Se trata de aceptar, cuestionar y volver a vivir. Porque, al final, no estudiamos solo para trabajar.
Estudiamos para aprender a ser.











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