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¿Cómo enfrentar el estrés? Mirada desde el coaching

El estrés por sí mismo no es bueno ni malo.

Según el Instituto Americano del Stress, es una respuesta natural de nuestro cuerpo y nuestras emociones frente a un estímulo interno o externo que nos pone en situación de lucha, huída o parálisis.


Lo experimentamos cuando percibimos que lo que demanda la situación excede nuestros recursos o posibilidades. Un exámen, por ejemplo, puede ser una situación estresante si percibimos que lo que sabemos puede ser insuficiente para resolverlo.

Cuando hemos sido estudiantes, frente a situaciones como esta respondimos enojándonos con el profesor y hasta discutiendo con él (lucha), faltamos al examen (huída) o dejamos la hoja en blanco, sin atinar a dar una respuesta tentativa (parálisis).


 Persona sujetando su  cabeza con sentimientos de frustración y estrés.
Persona sujetando su cabeza con sentimientos de frustración y estrés.

Así funciona nuestro comportamiento instintivo y natural cuando nos impactan esos “disparadores del estrés” o estresores. En múltiples situaciones de la vida diaria estamos en “estrés” y aún así, las superamos. Hay un nivel de estrés que resulta incluso saludable porque nos muestra que estamos conectados con las situaciones que importan y que nos demandan decisiones o respuestas.


Es el llamado “eutres” o estrés positivo, un estado transitorio que nos permite tomar decisiones ante situaciones difíciles. Aún sintiendo confusión o inseguridad, actuamos con energía y estamos atentos. No nos resulta confortable, estamos en tensión, pero al mismo tiempo, podemos desarrollarnos.


Entonces, ¿por qué preocuparnos por el estrés? El estrés que preocupa es el que los expertos llaman “distres” o “estrés crónico”, el que se percibe prolongado, nos provoca fatiga, afecta la autoestima, reduce nuestra capacidad de acción e interfiere en nuestro bienestar general.


Por eso es tan importante detectar a tiempo los procesos de estrés antes de que se transformen en una respuesta crónica con consecuencias más profundas en la emocionalidad y la corporalidad.


Identificando el estrés

¿Qué sucede cuándo sientes que las situaciones te sobrepasan? Es habitual que este estado de ánimo afecte nuestro desempeño en distintas dominios de la vida. Esa emocionalidad se expresa en el lenguaje con el “no poder”, “no llegar” o “no dar más”.


Sentimos que “no llegamos” a tiempo a nuestros compromisos. “No llegamos” a cumplir de la manera que quisiéramos. “No llegamos” a disfrutar eso que hacemos porque estamos “repartidos” en otras actividades que también nos demandan atención y tiempo.


Decimos que “no podemos” hacer todo o tanto, “no podemos” resolver algo nuevo que aparece en nuestros días, “no podemos” conectar con algo que sabemos que nos gusta y se va haciendo lejano.


Vivimos en el “no dar más”. En cualquier momento del día aparece el “no doy más de cansancio”. Lo escuchamos de otros y eso también nos interpela. Lo sentimos y decimos nosotros también. Declaramos el “no doy más” mientras intentamos seguir dando.


Seguramente en algún momento, lo has experimentado por distintas razones: desde una mudanza a contrarreloj hasta el inicio de una nueva actividad o un período de trabajo más intenso que te ha demandado nuevas competencias. Cuando esto sucede, estamos en estrés y, aunque podamos afrontarlo, quisiéramos disfrutar más lo que nos toca vivir o conectarnos de otra manera con eso que pasa.


Para muchas personas, los períodos de estrés se han transformado en algo recurrente en su vida, casi una trampa de la que sienten que no pueden escapar. Por eso, es importante identificar las señales que nos indican que estamos en estrés:

  • sentirnos sobrepasados

  • dificultad para descansar

  • dificultad para tomar decisiones

  • cambios de ánimo

  • cansancio físico

Estos y otros indicadores son señales para empezar a reconocer qué situaciones nos disparan esas respuestas.


Los disparadores de estrés varían muchísimo entre las personas. Algo que puede resultar realmente estresante para uno puede no serlo para otro. Un ascenso en el trabajo a un puesto de mayor responsabilidad, puede vivirse como una situación que perturba y angustia o como algo que se vincula con la energía vital y la alegría del logro.


La escena del exámen, al inicio de esta nota, es una situación de presión y preocupación para algunos estudiantes, pero no para todos ni en el mismo grado. Están quienes, aún sin los máximos conocimientos, transitan esta instancia desde otra emocionalidad.


Cómo el coaching puede ayudar en situaciones de estrés

Existen múltiples maneras de abordar el estrés desde distintas disciplinas de la salud, la psicología y las terapias holísticas dependiendo las circunstancias de cada persona.


Si te preocupa este tema y reconoces que quieres atenderlo, es recomendable que explores esas distintas posibilidades para elegir aquella que sea la adecuada. Los procesos de estrés crónico pueden requerir abordajes interdisciplinarios, por lo que es importante que –si esta es tu situación- realices las consultas profesionales pertinentes a tu caso.


En casos puntuales de estrés laboral o de tu vida cotidiana, antes de que el estrés se transforme en un estado crónico, un coach certificado y con experiencia reconocida puede ser tu aliado.



Una conversación de coaching es un espacio de reflexión para explorar cómo te vinculas con esas situaciones que te provocan malestar. En la conversación, el coach te acompañará a descubrir quien estás siendo frente a esos desafíos y te invitará a explorar y diseñar nuevas acciones que te ayuden a cambiar tus patrones de respuesta frente a lo que te estresa.

Un proceso de coaching puede ayudar también a desarrollar una emocionalidad resiliente para enfrentar cambios, desafíos y situaciones inesperadas.


Los beneficios de trabajar tus situaciones de estrés en un proceso de coaching son amplios:

  1. Comprender mejor cuál es y cómo es tu respuesta frente a situaciones de alta demanda emocional y física.

  2. Identificar los disparadores que activan el estrés en tu cotidianeidad.

  3. Aprender nuevas formas de acción e incorporarlas a tu vida de manera sostenida en el tiempo.

  4. Contar con un espacio seguro, en el que no se te juzga y en el que puedes expresarte y explorar con libertad distintas estrategias para enfrentar aquello que te estresa.

  5. Identificar a tiempo la magnitud de tu estrés para recurrir a otros profesionales de la salud mental que puedas requerir (un coach te advertirá de inmediato sobre este punto y se excusará de avanzar en el proceso de acuerdo a los límites propios del alcance del coaching).

Qué podemos hacer para reducir el estrés

De la mano de un coach o por tu cuenta, puedes ir aplicando algunos recursos sencillos para reducir el estrés propio de la vida cotidiana. Aquí hay 8 posibilidades para tomar acción:


Organizar el tiempo

Implica establecer prioridades y fijar límites claros sobre tu propio tiempo. ¿Es necesario asistir a todos los eventos a los que te invitan o a algunos puedes decir que no? ¿Cuál es tu prioridad hoy? ¿Qué costo tiene ocupar tu tiempo con lo que no quieres hacer?


Hacer pausas

¿Cuántas veces puedes permitirte un recreo durante tu jornada? ¿Y en el mes?¿Y en el año? Las pausas nos animan a cambiar la rutina. Un viaje es la máxima expresión de esa pausa desconectada, pero no siempre es posible. Piensa y agenda pausas más accesibles: desde un paseo corto por la ciudad a un café con amigos, un almuerzo fuera del escritorio o “estirar las piernas” cada una hora de trabajo.



Pedir ayuda

El pedido es uno de los recursos más efectivos a nuestro alcance. Es un acto lingüístico poderoso que nos proyecta junto a otros en la búsqueda de soluciones para nuestra vida. Siempre estamos a tiempo de pedir apoyo para hacer una tarea, delegar algo o consensuar nuevas formas de trabajar o de resolver una rutina diaria en casa.


Enfocar en el autocuidado

Encontrar momentos para el propio bienestar es muy importante. Y muchas veces no requiere de gran cantidad de tiempo o recursos especiales. Desde generarnos la posibilidad de caminar 30 minutos por día a tomar una ducha para relajarnos o leer algo al final de la jornada. ¿Qué tienes a mano aquí y ahora para iniciar una rutina de bienestar y autocuidado?


Usar técnicas de relajación

Mindfulness, respiración profunda, silencio en un entorno natural, unos minutos de música antes de dormir. Las posibilidades para relajar son muchas y pueden adaptarse a tu vida. Incluso hay aplicaciones que puedes llevar en tu teléfono para usar esas técnicas en distintos momentos del día.


Activar tu cuerpo

El ejercicio físico ayuda a disminuir el estrés. Elige una actividad que disfrutes y que te motive. Un deporte individual o grupal, una rutina física en casa, una caminata con tu mascota… ¿Qué otras posibilidades encuentras para ponerte en movimiento?


Juego y diversión

Incorporar actividades divertidas, que promuevan la risa y el contacto ameno con otros también alivia el estrés. Animarnos a jugar como niños, resolver acertijos, mirar una película divertida, conectar con las actividades de nuestros hijos son actividades de costo cero pero de alto valor para desestresarnos.


Armar tu red de apoyo

Conectar con la familia y con los amigos, conversar con ellos sobre lo que nos preocupa, sobre lo que necesitamos y sobre cómo nos sentimos. Ellos conformarán tu red de apoyo cuando lo necesites y, al mismo tiempo, tú mismo serás soporte para alguien más.


Aprendiendo desde el coaching

La Carrera de Coaching te ofrece la posibilidad de adquirir distinciones que abren nuevas posibilidades en tu vida. A través de estas distinciones, comprenderás tu realidad como algo dinámico, sobre lo que puedes accionar a partir del observador que estás siendo.


Aprender coaching es una oportunidad de crear para ti un nuevo mindset que te ayude a romper con el círculo del estrés identificando tus creencias potenciadoras. Desde el coaching, podrás descubrir perspectivas que te empoderan y diseñar tu futuro deseado expandiendo tu capacidad de crear aquí y ahora, en el presente.


¿Qué te dices sobre lo que puedes y no puedes? ¿Qué juicios tienes sobre lo que haces y cómo lo haces? ¿Cuál es tu estándar, tu vara, para medir tu propio desempeño, tus vínculos, tus relaciones con el entorno?


El proceso de reflexión que iniciarás en la carrera de coaching es profundo y fructífero, si tienes el compromiso de elegir esto para tu vida.

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