¿Cómo te sentís con la idea de hablar en público?
Cuándo ves a la gente hablar en un escenario o en un video y cautivar a toda la audiencia, pensas: “Yo no creo que sería capaz de lograrlo.”
O, a lo mejor, al contrario, decís: “Ojalá pudiera hacerlo como aso.”
O simplemente, con solo pensarlo te da un vuelco en el estómago.
A muchas personas nos pasa lo mismo, hablar en público es algo que nos causa temor e incomodidad en diferentes grados.
Si te consideras una persona introvertida, la idea de subirte a un escenario virtual o físico puede resultar algo desafiante. A menudo, disfrutamos del silencio, nos gusta escuchar las historias de otros y, a veces, nos cuesta algo de trabajo el proceso de socializar.
Seguramente, has afrontado estoicamente tu malestar y te has puesto en escena ocultando lo mejor posible todas tus incomodidades, para responder a las exigencias de tu profesión o de este mundo hiperconectado en el que vivimos.
La cuestión es que, hacerlo de esa manera funciona, hasta cierto punto, pero en el largo plazo consume mucha de tu energía, alimenta el estrés y la ansiedad y te deja una sensación de cansancio e incluso rechazo por la actividad de hablar en público.
Por esa razón, es mejor mirar de frente al miedo, la angustia o la ansiedad que sientes, e irte entrenando para que, poco a poco, el malestar sea mínimo y vayas mejorando tus habilidades.
Con este objetivo, a continuación te comparto 6 estrategias para afrontar mejor la situación e ir mejorando en el camino:
1. Grábate de antemano
¿Alguna vez escuchaste tu voz en un audio de WhatsApp? ¿O te viste en un video?
Personalmente, la primera vez que me oí en una grabación, mi voz me pareció rara y me sentí muy extraña.
Sin embargo, aunque escucharte o mirarte puede resultar raro, grabarte, mientras practicas tu ponencia, es una excelente estrategia a la hora de ganar confianza.
Hacerlo, además de ayudarte a dominar el tema, te permitirá poner en orden las ideas, detectar cambios y correcciones que quisieras hacer en tu lenguaje, postura y gestualidad.
A medida que repitas este proceso irás ganando confianza en tus habilidades, e incluso notarás que esta confianza va permeando en todas las actividades de tu vida diaria.
2. Empieza con una historia
Aunque mi tema sea muy técnico, ¿hay espacio para empezar con una historia?
Claro que sí.
Sin importar que tan dura sea la audiencia a la que te enfrentas, una historia con sentido, y si el espacio es oportuno, con algo de humor, siempre llama nuestra atención.
Una de las primeras formas de transmitir las vivencias, los valores y aventuras entre seres humanos fue la narración de historias a través de la palabra hablada. Es por eso que, todas las personas podemos engancharnos fácilmente con un tema, cuando escuchamos una buena historia.
Y aunque podríamos hablar por horas sobre el arte de contar historias, que en la actualidad se conoce más comúnmente como “storytelling”, por el momento concéntrate en incorporar estas 4 claves cuando cuentes una historia:
Esta debe estar basada en un personaje o alrededor de un dilema con el que la audiencia pueda empatizar o relacionarse.
Debe generar tensión, ya sea, a través de la curiosidad, la intriga y/o el riesgo inminente.
Debe ofrecer el nivel suficiente de detalle para que las imágenes se hagan vívidas en la mente del que escucha, pero no demasiado para generar confusión o aburrimiento.
Y siempre, debe tener un final satisfactorio, ya sea divertido, emocional o que ilumine una idea.
Además, tené en cuenta que tu historia debe contribuir al tema que vas a tratar, darle a tu audiencia algo que pueda llevarse, como por ejemplo: ideas nuevas, información práctica, perspectiva, contexto o esperanza.
Por otro lado, recordá que si estás contando tu propia historia, lo que digas debe ser verdad, mientras más genuinas sean tus palabras más impacto causarás y te será más fácil transmitir y lograr el objetivo que te hayas propuesto.
Finalmente, tené siempre presente el hilo conductor de tu ponencia, clase, charla o exposición; de esa forma, no te irás por las ramas y solo contarás la parte de la historia que es relevante a la idea que quieres transmitir.
3. No trates de ser otra persona
Aunque seguramente existen personas a las que admiras por su capacidad de oratoria, por su desenvolvimiento en el escenario y por la seguridad que proyectan, no te conviertas en su copia.
Si existen características que te gusten, inclúyelas en tu estilo, observa, aprende, pero sin perder autenticidad.
Mientras más auténtica/o seas, no solamente te volverás más convincente al transmitir tu mensaje, sino que disminuirán tus niveles de ansiedad al momento de estar frente al público.
4. Recordá para qué lo haces
¿Cómo se beneficiarán las personas de las palabras que vas a decir?
¿Cuál es la relevancia de tu mensaje?
Antes de salir al escenario, e incluso antes de escribir tu discurso u organizar tu ponencia, debes tener en claro cuáles son los beneficios para tus escuchantes.
¿Cómo va a cambiar su experiencia vital? ¿Qué esperas que se lleven? ¿Por qué es relevante para sus vidas lo que tienes que decir?
Recordá. No estás en un escenario frente a un público para aterrorizarte y causarte malestar. Ni tampoco estás ahí para impresionar a nadie. Tienes información que consideras valiosa o un mensaje que quieres compartir; y tu único propósito es transmitir, enseñar, informar y ayudar.
Conéctate con la profundidad de tu mensaje y será más fácil hacer frente a los miedos que te agobian.
5. Maneja los tropiezos y las vacilaciones
Hasta los oradores más expertos, se han encontrado alguna vez en su vida con alguna duda o titubeo. Pero aquello que los hace diferentes de los “simples mortales” es que saben cómo manejarlos.
Si algo de esto te sucede, en lugar de alimentar la angustia tratando de ocultarlo, hazlo evidente para los demás.
¿Olvidaste una idea? ¿Pronunciaste mal una palabra? ¿Dijiste mal un dato? ¿Tu historia te trajo emociones encontradas y derramas una lágrima?
¡Genial! Ccompartiselo a tu público, ellas/os también son personas, sabrán empatizar, soltarás la carga y recuperarás la calma.
Recordá. Solo vos conoces el guion de la obra, si algo pasa también se vale improvisar y salir de la dificultad con elegancia.
Mujer entrando en pánico durante su discurso por falta de herramientas.
6. Reflexiona sobre lo vivido
¡Uf! ¡Ya pasó todo! ¡Sobreviviste!
Ahora que terminaste con esa jornada que tanto temor te causaba, notas que estás entera/o, nuevamente en tu casa, tu perro te lame la mano y te tomas un té caliente.
Entonces, ha llegado la hora de reflexionar:
Pensando en la experiencia, toma tu bloc de notas o tu bitácora y escribe diez cosas positivas que notaste y diez cosas que puedas hacer mejor la próxima vez. No te detengas demasiado en los errores.
Pregúntate:
¿Fue tan aterrador como creía?
Escribe sobre tu experiencia emocional al respecto, felicítate por lo que hiciste bien y propón posibles acciones para mejorar lo que no te gusto.
Para concluir…
Tené presente que todas las personas estamos expuestas a vivir este tipo de experiencias y, por lo tanto, debemos darnos la oportunidad de hacerlas más placenteras, o por lo menos, menos terribles.
Empezá con un paso a la vez y date la oportunidad de mejorar tu relación con el acto de hablar en público.
Gracias por leerme.
¿Cuál será tu primer paso para perderle el miedo a hablar en público?
Compartí en los comentarios.
Siempre es un placer seguir aprendiendo juntas/os.
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